SAN PETERSBURGO
San Petersburgo es una casa con un piano (Boris y Nadiezda)
San Petersburgo es una casa con un piano (Arsen, Marina, Inna)
San Petersburgo es una casa con un piano (Boris y Natasha)
San Petersburgo es una casa con un piano (Sasha Gornon)
(y Moscú es una casa con un piano: Tatiana Vladimirovna)
La casa de Boris tiene colores de antiguo bodegón: verde oscuro, frutas y flores.
Compongo con una manzana mi personaje a lo Magritte o Giorgio de Chirico y saco una foto a Boris y una a Nadiezda.

Boris Konstriktor, artista y poeta, en su casa de la calle de las Escuelas, San Petersburgo (foto: mrsamper)
Boris es silencioso (o eso parece). Pinta en la cocina mientras hierve la sopa. Mete el pincel o la plumilla en el tintero y con calma y la nariz casi pegada al cuaderno (es MUY miope) traza sus personajes misteriosos que surgen de los canales de San Petersburgo y saltan de puente en puente como arlequines algo tétricos, colgados del borde de las noches blancas.
Boris es silencioso y pacífico (eso parece) y no habla mucho: simplemente suele asentir: – ajá, ajá, ajá.
Cuando una botella queda vacía la deposita discretamente en el suelo (en Rusia da mala suerte dejar las botellas vacías sobre la mesa: usha, usha! exclama Nadiezda) y va a buscar otra, que abre con igual discreción.
Sin muchas ceremonias, Boris te empuja hacia una silla cuando llegas de la calle y aparece con un plato de sopa (las sopas de Boris: capítulo aparte!) y se sienta al lado a compartir una copa de vino, lentamente y sin agitación.